martes, 9 de junio de 2015

La Gran Noche

Eran las 12 de la noche, yo caminaba por la calle viendo como los bares comenzaban a llenarse de gente. Se podía observar como los faroles comenzaban a prenderse  con un muy lindo color, medio anaranjado según mi opinión. La calle ya casi sin tránsito y toda iluminada era una belleza, pero lo que realmente fui a buscar esa noche no fue ver un lindo paisaje, yo la fui a buscar a ella. Y si ahí estaba, en la otra vereda, justo donde me dijo que estaría. Sin dudarlo crucé hacia donde estaba ella y la salude con un amable beso en la mejilla. Le conté un par de piropos, los cuales parecieron gustarle, y marchamos. Mientras caminábamos charlábamos sobre lo que habíamos hecho en el día. Ella me contó que se había levantado a las 8 de la mañana para ir a trabajar al café, y que recién a las 4 de la tarde se fue de su trabajo para cambiarse e irse con sus amigas, luego de eso se vino para acá, sabiendo que yo la estaría esperando. Luego me vi obligado a contarle mi día, le conté que mis días no eran tan divertidos como los suyos, y que eran todos prácticamente iguales. Pero lo único que hacía a este día un día especial era haberme juntado con ella. Y así fue pasando la noche y nosotros cada vez nos sentíamos más unidos. En eso de las 2 de la mañana ya estábamos cansados de caminar, así que decidí invitarle unos tragos en un bar de por ahí. nos quedamos bastante tiempo bebiendo, charlando y riendo juntos… Cuando por fin, decidí besarla. Cuando dejé de besarla ella se quedó muda sin mover ni un músculo, y así estuvimos unos míseros y dolorosos segundos de tensión. Hasta que por fin Hijo, por fin...ella me besó.

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