miércoles, 11 de noviembre de 2015

Un Mundo Paralelo

Mi casa siempre fue algo extraña, tenía un aspecto terrorífico por las noches y cuando el sol despertaba se volvía en un lugar feliz y luminoso. Al subir las escaleras una de las tantas hacía un ruido raro al pisarla y yo siempre me asustaba, las 4 puertas del segundo piso rechinaban al abrirse provocando el típico ruido de todas aquellas películas de terror que me anime a ver. Pero ese no es el punto, porque en realidad lo más extraño que había en esta casa, la posesión más rara que conservaba era una puerta en el sótano que nunca supe a dónde iba. Mis padres me tenían prohibido tocarla, ja… es gracioso ponerse a pensar todas aquellas veces que me inventaron historias terroríficas acerca de la puerta para que no me asome. Me decían que ahí habitaban todos los monstruos de mis pesadillas y que estaban encerrados bajo llave para nunca poder molestarme. Pero como yo era solo un niño lo ùnico que me gobernaba en esos momentos de ansiedad era la duda de saber que se encontraba tan solo a unos pasos de abrir esa extraña puerta de madera. Fue una tarde diferente a todas las demás cuando yo me anime a abrir la puerta… La casa ya no parecía Feliz segia con ese aspecto oscuro y de terror que aparecía por las noches,al entrar al sótano la puerta estaba ahí. Al principio dude un poco, pensé en que mis padres me iban a retar, pero por otro lado la ansiedad me estaba comiendo la cabeza, entonces decidí abrirla. Apenas empujo un centímetro la puerta sale una enorme y luminosa Luz, que al abrir la puerta por completo, casi me deja ciego. Pero segi caminando con el brazo sobre mis ojos dejando que la suerte no me haga tropezar, hasta que de repente decido abrir los ojos. No podía creer ni entender lo que estaba viendo… ¡El piso no era madera ni cemento tampoco baldosas, era una especie de nube o algo parecido bastante esponjoso! y al mirar hacia arriba no logrè encontrar al sol ni tampoco ese famoso color celeste azulado que se posa todas las noches sobre el cielo estrellado, Solo se veìa el blanco. Un color que nunca me gusto, en mi cabeza representaba la ausencia de algo como que le faltaba relleno. Yo seguí caminando para ver si encontraba algo, y resultó que si, era una especie de castillo blanco y gris con una enorme luz en su extremo, al entrar se veìa a cientos de miles de personas. No podía entender como tanta gente entraba en un castillo, aunque parecían fantasmas su piel era prácticamente del color de una hoja de escribir y ninguna de todas esas personas se percato de que yo había entrado me sentí un fantasma en ese momento. También logré observar que ellos tampoco charlaban entre sì ni se dirigen la mirada, todos estaban observando algunos a la pared y otros a un punto específico del castillo. En ese momento logré reconocer a una de las personas que se encontraban allí, al verlo mi piel se torno pálida en menos de un segundo, era mi abuelo pero no podía ser cierto, porque él había muerto hace ya 5 años. alrededor de él había muchas flores rojas y amarillas, su color preferido, seguramente mis padres lo visitaban. Quise acercarme para abrazarlo y recordar esos viejos momentos que pasamos juntos pero no fue posible… El dolor que sentí al ver que él era uno más entre esta extraña multitud me partió el alma, como una puñalada en el pecho. Y entonces comprendí yo estaba en aquel lugar que mi futuro habitaria, donde todos los cuerpos olvidados van a parar. Solo había algo que no me cerraba, no entendía porque mis padres me lo han ocultado siendo miles las veces que podría haber venido a visitar a mis pobres parientes que siempre pensé que no volvería a ver.Y que tenían que ver en todo esto. Y entonces volví, al salir por la puerta logré abrir los ojos luego de esa incandescente luz. Y no entendí como llegue a parar a mi cama… Comprendí. Todo era un sueño, Nunca podré volver a ese lugar al que le llaman cielo. Sólo no logro entender… si tan malos fueron mis delitos para llegar a parar aquí, en el mundo de las llamas, donde todo arde sin descanso, donde la piedad no se encuentra en el diccionario , donde sufriré el resto de mis días.

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